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el emprendimiento móvil que sustenta familias en Santo Domingo – El Nuevo Diario (República Dominicana)

Ilustración: Pedro Ramírez/ END

EL NUEVO DIARIO, SANTO DOMINGO.- “No es lo mismo ser empleado que emprendedor”, afirma Óscar Encarnación mientras acomoda con rapidez los accesorios para celulares que vende recorriendo el Gran Santo Domingo desde un carrito móvil. Explica que hay jornadas en las que sus ventas alcanzan hasta 15 mil pesos en un día.

Sus ingresos varían según el movimiento del día y la temporada, con una actividad comercial diaria entre RD$2,000 y RD$5,000 y en fechas de alta demanda las ventas aumentan, aunque aclara que nada es seguro.

Desde su puesto ambulante, estacionado en esta ocasión en la avenida España, en Santo Domingo Este, observa el flujo constante de vehículos, al tiempo que les llegan clientes solicitándole artículos para celulares. Lleva cuatro años dedicado a este negocio informal, del cual dependen cuatro personas.

Óscar descarta la posibilidad de aceptar un empleo de bajo salario. Asegura que los ingresos que obtiene con su emprendimiento, aunque variables y sin garantías, le permiten responder por las personas que dependen de él: su esposa e hijos.

La alta afluencia de clientes incluso lo ha llevado a pensar en contratar una persona para agilizar el servicio y no perder ventas.

Óscar Encarnación entrevistado por el periodista Ronnil Pérez

De su lado, Fabio de la Cruz, dominicano de 34 años de edad, motoconchista desde hace más de una década, padre de dos hijas y soltero, admite que la inestabilidad económica le impide asumir mayores compromisos personales.

“Uno no puede planificar mucho cuando vive del día a día”, explica.

Dice que sus ingresos dependen del clima y del flujo de pasajeros. En un buen día puede ganar entre RD$3,000 y RD$3,500; en otros, apenas RD$2,000. Aun así, paga de su bolsillo un seguro médico privado, consciente de que un accidente podría dejarlo sin sustento.

El motoconchista Fabio de la Cruz 

Fabio no descarta un empleo formal si le ofrece estabilidad. Aceptaría un salario de entre RD$20,000 y RD$30,000 mensuales. “No es solo el dinero; es la seguridad de saber que mañana sigo”, afirma.

Jornadas largas, ingresos variables

De acuerdo con los testimonios recogidos, los trabajadores suelen laborar entre 10 y 12 horas diarias, con descanso de almuerzo, seis días a la semana.

Sus ingresos dependen del tipo de producto, el volumen de ventas y la temporada, lo que les permite sostener a sus familias, aunque sin garantías laborales y, en otros casos, sin protección social.

Compran mercancías al por mayor o a precios accesibles, lo que les deja márgenes variables que compensan el esfuerzo físico y la inestabilidad del oficio.

La informalidad tampoco distingue nacionalidad

“Aquí uno puede pasar horas parado sin vender nada, pero hay que aguantar”, dice un ciudadano haitiano vendedor de forros para celulares en un pequeño carrito con ruedas.

Se encuentra a la orilla de la avenida Charles de Gaulle, en el sector Los Tres Ojos, Santo Domingo, rodeado del ruido del tránsito y la música alta de un colmando cercano. Optó por no revelar su nombre.

Un haitiano vende accesorios para celulares en Santo Domingo Este

Vende cada accesorio entre RD$200 y RD$400 y asegura que este trabajo informal es su única fuente de ingresos. Aunque el carrito puede moverse, permanece inmóvil durante largas horas, esperando clientes y el sustento diario para su familia.

No tiene letrero ni techo, pero detrás del negocio improvisado hay una historia de esfuerzo constante y supervivencia.

Otro joven haitiano, de unos 30 años, también solicitó anonimato por razones de seguridad personal. Recorre distintos sectores del Gran Santo Domingo en una pequeña camioneta cargada de productos agrícolas.

“¡Plátanos, mamá mía! Llevo auyama, papa buena, yuca, batata y huevos”, anuncia mientras avanza lentamente por las calles.

Explica que con ese negocio en movimiento sostiene a su pareja y a la hija que tienen en común. Reconoce las jornadas extensas y las condiciones cambiantes, pero insiste en que el trabajo ambulante es la única vía que ha encontrado para garantizar el sustento familiar.

Tentaciones en el camino

Algunos trabajadores informales relataron que, debido a su vulnerabilidad económica y a la movilidad de sus oficios, han recibido propuestas indebidas para usar carritos, motocicletas o vehículos como medio de transporte de sustancias ilícitas.

Explican que estas ofertas suelen presentarse de forma encubierta, prometiendo pagos rápidos y superiores a lo que ganan en una jornada regular. Coinciden en que las han rechazado, apelando a la honestidad como principio y defensa.

Una economía que rueda

El trabajo informal continúa siendo una válvula de escape para miles de personas en la República Dominicana. Aunque marcado por la inestabilidad, la falta de protección social y múltiples riesgos, sostiene a numerosas familias y dinamiza la economía cotidiana del país.

Según los datos más recientes de la Encuesta Nacional Continua de Fuerza de Trabajo (ENCFT), del Banco Central, la informalidad laboral se situó en 54.6 % en el tercer trimestre de 2025, con una leve reducción interanual.

En ese período, el empleo formal concentró la mayor parte del crecimiento, mientras la tasa de desocupación se mantuvo estable.

Mientras las cifras se analizan, en las calles la realidad sigue rodando.

Sin contratos ni garantías, pero con esfuerzo diario, estos trabajadores continúan empujando, literal y simbólicamente, su forma de sobrevivir en una ciudad que no se detiene.

 


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