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“Siempre estarán presentes en nosotros”, Navidad entre la vida y la ausencia de las víctimas del Jet Set

San Cristóbal.- Para Nelson Pimentel, sobreviviente de la tragedia ocurrida en el Jet Set, las fiestas navideñas estarán marcadas para siempre por la ausencia de sus amigos Luis Guillén y su hermana Milagros Guillén, quienes no lograron salir con vida de lo que se suponía sería una noche de música, risas y celebración.

“Siempre estarán presentes en nosotros los ausentes. Nunca se irán.”

Aquella noche no era cualquier noche. Era un cumpleaños. El cumpleaños de Milagros Guillén, una mujer imposible de rechazar, según recuerda Nelson, porque su casa siempre estuvo abierta; su vida fue sinónimo de comunidad, de encuentros, de familia extendida.

“Era imposible decirle que no a Milagros Guillén. Por eso fuimos todos. Más de 30 personas estuvimos ahí.”

Una amistad de décadas

Las historias que se perdieron esa noche no comenzaron allí. Algunas se remontan a finales de los años 70, cuando la vida aún parecía eterna y los sueños cabían en una esquina del barrio.

Nelson recordó haber conocido desde joven a Rubby Pérez, conocido como “La Voz Más Alta del Merengue”, cuando este apenas comenzaba su carrera musical.

“Nosotros compartimos bastante con Rubby Pérez desde los años 78 y 79. Él venía a alquilar un equipo de música a mi casa; nosotros también alquilábamos equipos de música en esos años, 79 y 80. Más adelante lo tratamos en Estados Unidos, cuando él trabajaba allá entre 2010 y 2012.

De igual forma recuerda cómo Robertico, como era conocido el artista en sus inicios en Haina, empezó a trabajar.

Recuerdo a Robertico cuando apenas caminaba y empezó a trabajar con Wilfrido Vargas; pasaba cerca del colegio en Villa Penca y caminaba para montarse en un carro en el cruce. Desde ahí lo conocí. No como un amigo cercano, sino como un conocido en el ámbito artístico”.

El legado que no se apaga: Nelson recuerda a Luis Guillén, líder deportivo y alma de su comunidad

La ausencia de Luis Guillén sigue doliendo, pero su legado permanece intacto en la memoria de quienes compartieron su vida, su pasión por el deporte y su vocación de servicio comunitario.

Líder deportivo y destacado comunitario, Luis Guillén fue mucho más que un amigo: fue un verdadero referente. Presidente del Club Leo y miembro activo del Club de Leones, dejó una huella profunda tanto en el deporte como en la vida social de su comunidad, inspirando a generaciones con su entrega y liderazgo.

Para Nelson Pimentel, recordarlo es volver a uno de los momentos más simbólicos de ese legado:

“Luis Guillén prácticamente fue un líder en el deporte aquí toda la vida, y a través de su amigo Lara, el equipo de San José, que tomó su número, logró ganar su tercer campeonato milagrosamente en los últimos seis segundos. Fue una jugada que el equipo del 18 todavía no puede creer que haya perdido”, expresó con emoción.

Ese triunfo, alcanzado cuando parecía imposible, se convirtió para muchos en una señal de fe, unión y homenaje. Más que un campeonato, fue una forma de decir que Luis Guillén sigue presente, alentando desde la memoria colectiva.

El instante que lo cambió todo

Nelson Pimentel recuerda que llegó tarde aquella noche, guiado por una intuición que hoy no puede explicar del todo. Algo dentro de él le indicaba que no fuera temprano, sin imaginar que esa decisión marcaría la diferencia entre la vida y la muerte.

“Me rehusé a ir más temprano. Ellos querían que fuera a las ocho de la noche; me invitaron, pero yo les dije que no, que sabía que esa actividad realmente empezaba después de las once y media. Llegué como a las diez. Tampoco me fui a la hora que se fue la mayoría”, relató.

Ese pequeño retraso, casi insignificante en apariencia, terminó convirtiéndose en un punto de quiebre. Hoy, Nelson lo recuerda como una señal inexplicable, una de esas decisiones cotidianas que, sin saberlo, pueden cambiar el destino para siempre.

El sobreviviente recuerda con detalle la confusión y el terror de los momentos posteriores: la imposibilidad de ayudar a quienes quedaron atrapados, el caos del colapso y la incertidumbre de no saber si sus amigos lograrían salir con vida.

“Nunca pensé que algo así pudiera pasar. Ver esa montaña de concreto y no poder hacer nada fue indescriptible”, confiesa.

“Perdimos el conocimiento por segundos. Cuando despertamos, lo que vimos no se puede explicar con palabras.”

Intentaron ayudar. Buscaron entre los escombros. Esperaron noticias que nunca llegaron.

“Había una montaña de concreto. Era imposible. Solo nos quedaba esperar… y rezar.”

Sobrevivir también duele

Sobrevivir no siempre es un alivio. A veces es culpa, a veces es insomnio, a veces son sueños que regresan sin aviso.

“Uno sigue con su vida normal, pero los pensamientos llegan solos. Los sueños también”, expresó Nelson.

El grupo de amigos, los “Dorados”, sigue unido. Más de 130 miembros que hoy se abrazan distinto, que celebran distinto, que recuerdan distinto.

Un llamado que nace del dolor

Nelson no solo habla de la pérdida, también desde la responsabilidad.

“El pueblo está carente de prevención. Las autoridades deben fortalecer los equipos de auxilio, los bomberos, la Defensa Civil.”

Para él, la tragedia no puede quedar solo en duelo. Debe transformarse en conciencia.

Navidad con los que no están: esta Navidad será más difícil. Nada volverá a ser igual.

“La fiesta no es igual. Los cumpleaños no son iguales. Pero hay algo que permanece: la unión, la fe y la memoria. Seremos el ejemplo. Ayudaremos a los familiares. No nos hemos separado y no lo haremos ahora”, reflexionó Pimentel.

Nelson agradece la vida, la valentía y la oportunidad de amar más fuerte.

“Dios nos dio más valentía, no miedo”. Y mira hacia el futuro con un deseo sencillo y profundo:

“Que nuestro pueblo tenga menos sufrimiento, más paz y más armonía.” Porque, aunque la Navidad llegue con ausencias, los que se fueron siguen viviendo en quienes los recuerdan.

Una Navidad de reflexión

Para los sobrevivientes y los familiares de las víctimas, esta Navidad no será solo tiempo de celebración. Será un momento de pausa, de memoria y de gratitud por la vida; un espacio para honrar a quienes partieron y para abrazar con más fuerza a quienes permanecen.

La historia de Nelson Pimentel y el recuerdo de Luis Guillén y Milagros Guillén, y la de cientos de víctimas que perdieron la vida aquella noche, se convierten en un recordatorio profundo de la fragilidad de la vida y de la importancia de la solidaridad en los momentos de crisis.

“Lo que más le agradecemos a Dios es que nos ha dado la valentía para unirnos más a nuestros amigos, a nuestros vecinos y a nuestros compañeros de trabajo. Para ver este nacimiento de un nuevo año y de una nueva vida con más conciencia y más amor”, expresó Nelson.

Lejos de dejarse vencer por el miedo, asegura que la tragedia fortaleció los lazos humanos y la fe colectiva. Mirando hacia el futuro, su mensaje es sencillo, pero profundo:

“En 2026 esperamos que Dios nos mantenga en salud, que nuestro pueblo tenga menos sufrimiento, que sea feliz en su máxima expresión y que siga luchando por su felicidad y por su paz. Mucha paz y mucha armonía”, concluyó.

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