EL NUEVO DIARIO, SANTIAGO. -Los casos de bullying en escuelas, espacios públicos e incluso dentro del entorno familiar continúan en aumento en Santiago de los Caballeros, evidenciando la falta de medidas preventivas y el debilitamiento de los mecanismos de protección para niños y adolescentes.
A diario se conocen situaciones alarmantes provocadas por expresiones hirientes y actos crueles que afectan tanto la salud emocional como física de las víctimas.
La psicóloga clínica infantil y juvenil, Lía Durán, del Centro de Servicios de Atención al Bienestar, de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (SAB-PUCMM), explicó que el bullying es una forma de violencia que impacta gravemente el bienestar emocional, social y académico de los menores.
“No es una situación pasajera ni una simple ‘cosa de muchachos’, como muchas veces se dice. Es un patrón de conducta que puede dejar huellas importantes en la persona afectada”, afirmó.
Durán señaló que se trata de una problemática real, seria y prevenible, siempre que exista colaboración entre los adultos cuidadores, incluyendo padres, abuelos, tutores, personal educativo y profesionales de la salud mental.
La especialista destacó que, para mejorar la situación de manera preventiva, es fundamental fortalecer los valores de respeto, empatía y convivencia, tanto en los hogares como en los centros educativos.
Sostuvo que la educación en valores permitirá formar niños y adolescentes más responsables de sus actos, con mejores habilidades sociales y pensamiento crítico.
Asimismo, indicó que los centros educativos deben contar con protocolos claros de respuesta ante casos de acoso escolar y estar preparados para atender las denuncias y necesidades de los menores.
En el hogar, recomendó promover espacios seguros de comunicación donde los niños puedan expresar cómo se sienten. Desde el ámbito profesional, señaló se realizan herramientas de educación emocional y desarrollo de habilidades sociales que fortalezcan a los estudiantes.
Entre las manifestaciones más frecuentes del bullying, Durán menciona dificultades de concentración y bajo rendimiento académico. En el plano psicológico, pueden aparecer ansiedad, miedo de asistir a la escuela, irritabilidad, cambios bruscos de humor, problemas de sueño y pérdida del apetito.
A nivel social, se observa aislamiento, evitación de actividades, dificultad para hacer amigos, problemas para establecer límites e hipervigilancia.
No obstante, aclaró que estas señales no son universales y que cada niño puede presentar diferentes comportamientos.
Sin embargo, advirtió que estos indicadores deben motivar a los adultos a prestar mayor atención y a garantizar espacios seguros y de diálogo para proteger el bienestar de los menores.
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