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cuando el marketing entiende la cultura – El Nuevo Diario (República Dominicana)

Al centro Lápiz Consciente, junto a Rafael Almánzar y Antonio Mir, directivos de la LNB.

RAFAEL ALMANZAR / EL OTRO LADO DEL JUEGO

En una industria deportiva donde muchas alianzas se quedan en el logo y la foto protocolar, la unión entre Lápiz Conciente y la Liga Nacional de Baloncesto (LNB) marcó una diferencia clara. No fue solo un acuerdo comercial; fue una lectura correcta del momento, del público y de la cultura que rodea al baloncesto dominicano.

La LNB entendió algo clave: el baloncesto, especialmente en los barrios y las ciudades del interior, no se vive únicamente desde la cancha. Se vive desde la música, la calle, el lenguaje y la identidad. Y ahí, pocos artistas conectan tan orgánicamente con ese ecosistema como Lápiz Conciente.

Lejos de forzar una imagen o “prestarse” a una liga, Lápiz se integró como embajador real, no simbólico. Su presencia no se sintió impostada ni distante; fue coherente con su narrativa de superación, disciplina y orgullo de origen. Eso hizo que el mensaje de la LNB llegara a públicos que históricamente no consumían la liga de manera activa, especialmente jóvenes y audiencias digitales.

Los frutos fueron evidentes. Mayor conversación en redes sociales, una percepción rejuvenecida de la marca LNB y, sobre todo, relevancia cultural. La liga dejó de ser vista únicamente como un producto deportivo para convertirse, al menos por momentos, en un elemento más del entretenimiento y la identidad urbana del país.

Además, esta alianza rompió con un viejo prejuicio del deporte dominicano: el temor a mezclar deporte y música urbana. La experiencia demostró que, cuando se hace con criterio, no solo es posible, sino necesaria. Lápiz no desvirtuó la liga; la potenció. Y la liga no limitó al artista; lo entendió y lo respetó.

En términos de marketing deportivo, el caso Lápiz–LNB deja una lección valiosa: las marcas deportivas no deben buscar solo figuras populares, sino figuras coherentes. Embajadores que compartan valores, lenguaje y audiencia. Cuando esa ecuación se cumple, el impacto trasciende lo comercial y se convierte en posicionamiento a largo plazo.

La LNB apostó, arriesgó y ganó. Y Lápiz Conciente, una vez más, demostró que su influencia va más allá de la música. Fue una alianza acertada, moderna y, sobre todo, alineada con la realidad cultural del baloncesto dominicano.

A veces, el verdadero triunfo no se mide en puntos ni en campeonatos, sino en conexión. Y en eso, esta alianza fue un canasto limpio.


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